Este artículo, al igual que el resto, es el
resultado de mis conclusiones en tertulias con quienes saben, y de ese
duendecillo que cuando volamos, nos cuenta cosas.
Antes de mi accidente el día 2 de
Septiembre, escribía ideas sueltas durante mis misiones de extinción de
incendios. Las anotaba en algunas fotocopias de listas de check de mi avión. En
el accidente algunas se quemaron, pero otras, quedaron aunque dañadas por la
espuma y el agua que la carroceta de extinción echaba sobre mi avión.
He recuperado algunas de las ideas
expresadas en esas páginas y aunque tuve dudas si publicarlas,seguiremos
intentando expresar ideas. Convencido de que aún hay mucho que trabajar sobre
el cómo nos afectan los Factores Humanos durante el desarrollo de nuestra
actividad.
LA TOMA DE DECISIONES.
¿Sabes cuál es la asignatura más difícil
para trabajar en la extinción de incendios forestales con medios aéreos?
La misma que si te dedicas a cualquier
trabajo relacionado con las emergencias.
La toma de decisiones.
¿Y sabes cuál es la primera amenaza a la
que te enfrentas? Tu decisión.
Puedes ser el mejor entre muchos manejando
una aeronave. Pero si te equivocas, te
meterás en un lío del que probablemente no saldrás.
¿Cuáles el objetivo?
Tomar la decisión más acertada para cumplir
nuestra misión, con un equilibro razonable entre seguridad y eficacia en un
entorno de emergencia. Recuerda eso.
Tienes que decidir en un entorno de alto estrés, esto afectará a la forma en la
que percibes los datos necesarios.
Nunca olvidemos que entre esas decisiones
está también la de saber renunciar. Saber decir que no. Esta puede ser la
opción más difícil.
Bien. ¿Cuál es proceso cuando decidimos?
Sentir – Percibir – Razonar – Decidir –
Actuar (O no) – Ejecutar la decisión.
Vale, empecemos con el proceso.
1.-SENTIMOS,
Ten en cuenta que en muy poco tiempo, nos
llegan numerosas sensaciones. No es
fácil procesarlas todas, y debemos saber distinguir entre ellas.
Una pequeña descendencia acercándonos a una
cordillera a poca altura produce una sensación importante, sobre todo si vamos
contra ella. Difícil procesar toda esa información. Quienes saben, dicen que la memoria sensorial
dura entre 0 y dos segundos, es decir que si no estamos atentos, lo que
sentimos lo olvidamos. A veces intuimos algo, debes prestar atención a lo que
intuyes. Seguramente has sentido algo y si no estás atento, la información de
lo que has sentido la pierdes.
¿Sabías que la mayor parte de los
accidentes de las personas con alta experiencia son por errores de atención?
El exceso de confianza nos puede hacer
actuar de forma automática y dejas de prestar la atención necesaria. La rutina
y el cansancio son grandes enemigos ya que con rapidez nos hacen entrar en ese
estado de pereza que dificulta la atención.
Pero también es importante distinguir
rápidamente cuales de los estímulos que percibes son importantes.
Pero no todo lo que sientes viene del
exterior. Hay otros datos fundamentales que vienen de dentro de nosotros y
afectan a nuestra capacidad para ejecutar una misión. Si tu corazón late más
rápido de la cuenta, debes tener en cuenta
que puedes estar teniendo alguna emoción que puede hacer que disminuya
tu capacidad de percibir los estímulos, de sentir. Por lo tanto y como hemos
visto anteriormente, conocer y detectar las emociones que nos afectan, puede
ser fundamental, porque de ellas puede depender nuestra capacidad de percibir.
Debemos prestar también especial atención
al cansancio, la ansiedad, la falta o exceso de alimentación…
“Debemos estar atentos a los estímulos
externos e internos. Usar la información
que te dan aquellos que son importantes y procurar que la información relevante
no se no se diluyan cuando desaparezca de la memoria sensorial. Dale
importancia a la intuición”.
2.-
PERCIBIMOS EL RIESGO.
La percepción es un proceso mental
mediante el cual interpretamos
sensaciones y les damos un significado.
El significado lo buscaremos acudiendo a
nuestro banco de datos de experiencias parecidas (memoria).
Las experiencias más importantes son las
vividas por uno mismo. Esas han quedado bien grabadas. Es fundamental además, una
instrucción especialmente adecuada, que atienda a las dos inteligencias que
tenemos, la instintivo emocional y la racional.
Pero además, es importante por parte de
quien aprende, tener en cuenta que dentro de nuestra especialidad, los errores
o las experiencias vividas por los demás las debemos meter en nuestro banco de
memoria como si fueran nuestras propias. Debemos saber que en nuestro trabajo,
posiblemente, nuestro primer error puede ser el último.
Unos días después de mi accidente por
colisión con cables (Septiembre de2011), me llamó un amigo y compañero para
decirme que había colisionado con otra línea eléctrica. Por suerte, pudo
aterrizar en el aeródromo sin consecuencias importantes. Sus palabras fueron
humildes. Ya habíamos hablado de mi accidente y me comentó que aunque hablamos
de lo mal que se ven algunas líneas eléctricas, hasta que no le pasó a él, no
se podía imaginar como de grave es esa amenaza.
Suele ser así. Cuando somos nosotros
quienes vivimos en carne propia la experiencia, esa lección la hemos recibido
sin duda con fuertes matices emocionales. De esta manera, sin duda se nos quedará
grabada en la memoria permanente. “Grabada en sangre” como se suele decir.
Hemos educado a nuestra parte instintiva con una lección inolvidable. Las enseñanzas asociadas a emociones educan a nuestra parte instintiva.
Pero nosotros necesitamos vivir las
experiencias importantes de los demás en cuanto a seguridad, como nuestras .
Lo siento, en nuestra especialidad nos
dieron menos comodines.
Por
lo tanto, y para no perder el hilo de la percepción del riesgo, comentaba que
nosotros interpretamos las sensaciones y le damos un significado acudiendo a
nuestro banco de datos de experiencias vividas o aprendidas.
Pero
aquí está el dilema. ¿Es real lo que interpretamos?
Cada individuo puede interpretar lo que
siente de una manera muy diferente.
Lo más importante es que lo que nosotros
percibamos como riesgo de forma subjetiva, sea lo más cercano al riesgo real de
la misión, a partir de ahí podemos aceptar o
no ese riesgo.
Durante una misión, nuestro riesgo será
elevado si:
1.
El
riesgo real es alto. Aunque implementemos medidas que nos ayuden a disminuirlo.
2.
El
riesgo que percibimos está por debajo del real. La falta de atención, los
factores emocionales o la falta de datos en nuestro banco de memoria (experiencia
y/o conocimientos teóricos), nos impiden percibir los datos que nos dan
indicios de peligro en la ejecución de la misión determinada.
Cuanto más tardemos en percibir el riesgo
real, más difícil será salir de la situación indeseada. (Situación en la que no
nos gusta estar a ninguno)
Una vez estamos en esta situación, da igual
cuanta pericia tengas con la aeronave.
3.
Que no
seamos conscientes de nuestras limitaciones o de las de nuestra aeronave.
4.
Que
nuestra tolerancia al riesgo sea muy alta.
Si tu tendencia a tolerar el
riesgo es objetivamente alta, el estado probablemente se ahorre tu jubilación.
5.
Que percibamos mucho más riesgo del real y aun
así lo aceptemos. Esta situación, se da con mucha más frecuencia de lo que
pensamos y suele ser frecuente en pilotos que siguen en la especialidad, pero para
los que cualquier situación normal en una misión, la consideran de alto riesgo.
El peligro de esto, está en que volar
considerando de alto riesgo cualquier situación normal, produce un estado de ansiedad
que nos impide percibir datos, estímulos necesarios para tomar la decisión
apropiada. Ya hemos hablado de uno de sus efectos, la visión en tubo que nos impide percibir
todo lo que nos rodea.
Recuerda, que
nuestros datos para decidir no nos los dan por fax, sino que los percibimos a
través de los sentidos. Estos estímulos no los recibes si no estás atento o tu
nivel de estrés es demasiado elevado.
Por lo tanto, aunque
la situación no sea de riesgo real, el no percibir estímulos que nos avisen de
amenazas igualmente nos puede hacer entrar en un “Estado indeseado”.
6.-
Si nos relajamos en exceso. Esta situación suele ocurrir cuando durante mucho
tiempo no hay accidentes o incidentes importantes. Nuestra percepción del
riesgo se va modificando sin que seamos conscientes de eso, nos hacemos ser mucho
más tolerantes con el riesgo.
3.-
DECIDIMOS.
Vale, estas son situaciones en las que nos
podemos meter en líos. Pero, aun hay más.
Cuando percibimos el riesgo de forma muy
parecida a la real y nos toca decidir si lo aceptamos o no.
Todos tenemos un nivel de aceptación del
riesgo. ¿Cuántas veces nos hemos encontrado con tripulaciones que con los
mismos datos objetivos y comentados, unos aceptan y otros no?
Antes de seguir, os comento que entre profesionales
con suficiente experiencia, si el trabajo debe ser en equipo, sin duda, no se
debe ejecutar la misión cuando parte del equipo considera que está por encima
de límites de riesgo aceptables.
Esta situación se nos puede dar con
facilidad en misiones con aeronaves con similares limitaciones en una misión.
Si metemos presión a miembros de otra
aeronave para que cumpla con la misión, estamos metiendo a esos compañeros en
una situación de alto riesgo, ya que sin duda, tendrán un nivel de estrés por
encima de lo deseado. Esto les hará disminuir la capacidad de percepción, como
ya hemos visto.
Bien, pero entremos en situaciones en las
que normalmente consideramos que es un riesgo por encima de lo que aceptamos.
Algunas conductas motivadas, euforias, adrenalina,
presiones de grupo, competitividad, etc., nos pueden hacer aceptar un riesgo
que de ninguna otra manera habríamos aceptado.
Probablemente, el riesgo percibido es
superior al que consideramos aceptable.
Entonces, nada ni nadie nos debe hacer cambiar
nuestra decisión. “APRENDE
A DECIR QUE NO”
En ocasiones, una misión que consideramos
por encima del riesgo que somos capaces de asumir, con algunas medidas
mitigadoras podemos meterla dentro de nuestros límites aumentando márgenes.
Es importante esto. Siempre que tengas
dudas sobre la valoración del riesgo, aumenta los márgenes de altura de
lanzamiento, vuelo o las que consideres necesarias para cumplir la misión con
parámetros dentro de tu tolerancia al riesgo. Elimina la duda usando mayores
márgenes.
Bien, ya hemos
decidido si aceptamos o no el riesgo.
Una vez hemos
decidido, en el caso de aceptar el riesgo, nos toca actuar.
No lo hagas nunca
sin márgenes. Ten claras otras alternativas posibles antes de necesitarlas.
Y recuerda que para poder hacer algo, tienes que saber
hacerlo.
Juan Carlos Gómez Verdugo